viernes, 31 de agosto de 2012

Setecientos cincueta kilómetros

Dos opciones: o me explico muy mal, o se la trae floja lo que le pido. A veces me da la sensación de lo que le digo le entra por una oreja y le sale por la otra. Incluso llego a pensar que nuestras conversaciones son una pérdida de tiempo. Nos pasamos horas hablando vía Internet, para ser más exactos mas que hablar discutimos e intentamos aclarar las cosas para que no vuelvan a suceder. ¿ Por qué discutimos? Típico, relaciones a distancia. Qué mala fama tienen. No son problemas de confianza, más bien son problemas de detalles. Hay poco contacto viéndonos cuatro días al mes, imaginaos cuando le pica el bichito del pasotismo. A mí me pone enferma. Mirar el móvil cada dos por tres con la esperanza de encontrarme que me ha hablado y me ha puesto la típica parrafada de niño moñas, que justo nada mas leerla piensas "madre mía que cursi". Sí, sí, es una cursilada, pero y lo que me gusta leerlo.


Pero hoy es uno de esos muchos días en los que ... "zrzrzrzrzr", mojón de pato para mí. Yo creo que no soy muy exigente. Tampoco quiero ser pesada. Sí, lo sé me rayo mucho. Todo tiene su explicación. Nos hemos tirado dos años con el ahora sí, ahora no. "El colega" lleva esperando formalizar la relación dos años. Dos años esperándome. "Mmm... si lo piensas friamente ... ¡Joe! ¡SA JARTAO!" Han sido dos años de absoluta y perfecta soltería, y claro, ahora se me hace raro. No recuerdo como iba eso de tener novio. Supongo que será cuestión de tiempo el acostumbrarse. Puede que le pida demasiado interés por su parte. Cuando estamos juntos la relación no tiene nada que ver. Es casi perfecta. Puede que estos 750 km son los que la convierten en una relación tan especial. Quiero pensar eso. Prefiero pensar así.

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